Yo no vivo de lo que diga la gente


Yo no vivo de lo que diga la gente

A casi todos nos preocupa la opinión  de los demás, y muchas veces no hago lo que quisiera hacer por si a los demás no les parece bien.

Una de las cosas buenas que tiene el hecho de ir creciendo en años, es que cada vez me importa menos la opinión de los demás.

La vida me ha enseñado a lo largo de los años, que jamás, por mucho que me esfuerce, haré las cosas a gusto de todos, porque no hay nada que guste a todo el mundo.

Con las personas más cercanas, siempre he  procurado que comprendan la inutilidad del sufrimiento que conlleva querer gustar a todo el mundo y no conseguirlo.

Recuerdo el cuento, sobre un padre y un hijo que llevan  un burro a un mercado, y a la gente le parecía mal que montara el padre, luego que montara el hijo, y al final que el burro fuera solo.

En todas partes voy a encontrarme con personas que no solamente no opinan como yo, sino que además son tremendamente intolerantes, por lo que será muy difícil contestarles.

A mí me encanta la carne y el chanchito, a mi Papillo le encantaba  la leche agria (guácala), a mi Tía la moronga (guácala)…  y en todo hay gusto de gusto.

Somos seres libres e  inteligentes; así que cada uno debe actuar según  su criterio y orden de valores, procurando siempre respetar a los de nuestro alrededor, pero exigiendo también su respeto.

Cada uno debe trazar su propio camino, con oración, con discernimiento, con responsabilidad, con prudencia y libertad y sabiendo que lo que no quiero que me hagan a mi yo tampoco lo haré a nadie.

Muchas veces esos que nos criticarán  y nos intentan amargar la vida; pueden hacerlo si quieren, pero mi vida no depende de ellos, sino de la actitud que tomo ante ellos.  Yo oro por ellos y ya. Sigo siendo yo mismo y eso es lo mejor.

No puedo evitar cruzarme con ellos y coincidir a lo largo de la vida, pero lo que si puedo hacer, es pasar de puntillas a su lado, y no hacer ningún caso de sus críticas malintencionadas.

Hay gente que ha encontrado su zona de confort en la infelicidad, y que no quieren salir de ella, así que odian por principio a todo aquel que noten que es espontáneo, alegre, cariñoso, positivo, y feliz.

No he de permitir que la gente me esclavice, critique mis aficiones, y me mangoneen.

Soy adulto poseedor de una inteligencia madura y de libre albedrío. Si busco, a pesar de mis debilidades ser consecuente y puedo rectificar mis errores.

Disfruto cada día el ser hijo de Dios, me encanta la gente buena, honrada y llena de esperanza. Que tenemos nuestra fe, nuestros gustos, nuestro trabajo, nuestra familia, nuestros amigos, y con ellos recibo cada día como una nueva oportunidad para mejorar y crecer, así que daré siempre las gracias por ello.

P. Óscar

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