Inmaculado Corazón de María


Inmaculado Corazón de María

Al celebrar hoy al Inmaculado Corazón de María, significa la gran pureza y amor del corazón de la Santísima Virgen María por Dios.

Esa pureza se puso de manifiesto en el “sí” que ella dio al Padre en la Anunciación; en su amor por su Hijo Encarnado, y la cooperación de María en la misión redentora de Jesús; y también en la docilidad que mostró al Espíritu Santo, por lo cual permaneció durante toda su vida libre de ninguna mancha de pecados personales.

El Corazón Inmaculado de María, por lo tanto, me señala la profunda vida interior de María, con la que ella experimentó tanto los gozos como los sufrimientos permaneciendo, igualmente, fiel a Dios, como llamados a vivir.

Honro a María porque de María aprendo a amar a Cristo, su Hijo y el Hijo de Dios.

De ella aprendo a ser siempre fiel, a confiar en que la Palabra de Dios se cumplirá en mi, que nada es imposible para Dios.

Cuando honro al Inmaculado Corazón de María, honro también a Jesús. Al honrar a la Madre, se honra al Hijo.

Además, María también es mi Madre (Ap  12,17), y su corazón de Madre es incomparable.

Consagrar algo es reservarlo para Dios. Este hacerlo sagrado identifica a la persona o el objeto como consagrado al servicio de Dios.

Esto se ve en el Antiguo Testamento cuando las personas o los objetos (el primogénito, los sacerdotes, las ofrendas) se entregan a Dios; y en el Nuevo Testamento cuando Cristo aparece como el consagrado enviado por el Padre (Jn 10,36), que se consagró a sí mismo al Padre en nombre nuestro (Jn 17,19) y a través de quien nosotros somos consagrados (1Pe 2,9).

�Después de su entrada a los cielos, el Corazón de María sigue ejerciendo a favor nuestro su amorosa intercesión.

El amor de su corazón se dirige primero a Dios y a su Hijo Jesús, pero se extiende también con solicitud maternal sobre todo el género humano que Jesús le confió al morir; y así la venero por la santidad de su Inmaculado Corazón y le solicito su ayuda maternal en mi camino a su Hijo.

��El Inmaculado Corazón de María, mi Madre, es el camino mas rápido y seguro para llegar a Jesús.

Venerar el Inmaculado Corazón de María es venerar a la mujer que esta llena del Espíritu Santo, llena de gracia, y siempre pura para Dios. Su corazón femenino siempre está lleno de amor por sus hijos. Por eso se representa rodeado de blancas rosas.

� �Venero el corazón que guarda todas las cosas de Dios en su corazón y que me ayuda a sanar y consagrar a Dios mi propio corazón.

Cuando me consagro al Inmaculado Corazón, dedico mi persona a Dios a imitación de la consagración plena de sí misma que hizo nuestra Señora en el momento de la Encarnación (Lc 1,38) y a los pies de la Cruz (Lc 2,35; Jn 19,25-27); y me  encomiendo a ella para cumplir acabadamente con mi  compromiso bautismal.

Como expresó San Juan Pablo II:

“Ante ti, Madre de Cristo, delante de tu Corazón inmaculado, yo deseo en este día, juntamente con toda la Iglesia, unirme con nuestro Redentor en esta su consagración por el mundo y por los hombres, la única que en su Corazón divino tiene el poder de conseguir el perdón y procurar la reparación.”

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P. Óscar

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