Superando el egoísmo


Superando el egoísmo

En algún momento de nuestra vida, sea a mayor o menor escala, todos somos egoístas .

Hay personas que lo son en exceso, tanto que su comportamiento sobresale de forma negativa.

Cuando los demás son egoístas lo detectamos inmediatamente, pero cuando soy yo, me cuesta reconocer estas actitudes, y mucho más cambiarlas.

Este comportamiento puede afectar de manera negativa mis relaciones interpersonales.

Veo si soy egoísta:

No soy dado a compartir; a menos, por supuesto, que desee o pueda obtener algún beneficio a cambio.

De cada situación trato de sacar una recompensa.

Cuando no consigo lo que quiero, soy rencorosos y tiendo a sentirme ofendido.

Mis esfuerzos son mínimos.

Sólo demuestro interés por mi mismo, nunca por los demás.

Siempre quiero más de lo que puedo tomar, soy insaciable.

No me detengo hasta obtener lo que deseo.

Mi actitud es primero yo y después yo.

Cómo creo que no soy egoísta creo un ambiente pesado en la pareja, en lo laboral o con mis amistades.

La mayoría de las veces no soy consciente de quién soy y ni del daño que causo a quienes me rodean, pues manipulo mi entorno para conseguir lo que quiero.

Si creo que actúo de manera egoísta y deseo cambiar esta actitud para disfrutar de la vida, entonces debo tomar en cuenta los siguientes consejos:

Pido a Dios humildad, aceptación de mi egoísmo y el deseo de cambiar.

Debo abrir mi corazón al mundo, ser generoso.
Abrir mis brazos y mente a nuevas experiencias y personas, escuchar  las historias de los demás y trata de comprender sus puntos de vista.

Cuando me conecto con la gente que me rodea, me enriquezco a mi mismo y mi confianza mejora.

Hacer el bien sin esperar un reconocimiento. Voy a sorprender a alguien con un gesto amable. Que bien cómo me siento increíblemente bien y mi autoestima se fortalece.

He de aprender a ponerme en los zapatos de los demás. Intento comprender sus emociones y necesidades. Así supero mi ego y me vuelvo mejor persona.

Si realmente quiero aprender cómo dejar de ser egoísta, comienzo por practicar las palabras: por favor y gracias.

Cuando las uso con sinceridad, demuestro respeto por los demás y comienzo  a ser agradecido por todo lo que me rodea, aunque sean cosas pequeñas.

Si soy egoísta, he de perdonarme a mi mismo.
Nadie es perfecto, y cometo errores. Aprendo a abrazar mis defectos y debilidades, ya que forman parte de lo que me hace único.

Reflexiono, oro y perdono mis momentos egoístas del pasado.

Es bueno rodearme de personas inspiradoras.  Las amistades influyen en nuestras acciones. Es bueno rodearme de gente generosa, cristiana y con valores sólidos.

Compartir tiempo con personas que me motiven a ser mejor cada día tendrá un impacto positivo en mi amor propio y me ayudará a crecer y a preocuparme más por los demás.

He de descubrir mi pasión de caridad, las obras de misericordia que me llenan, ayudar a los animales, el medio ambiente o las personas necesitadas, encontrar una causa que me entusiasme me ayudará a dejar de ser egoísta.

Contribuir a un acto noble es algo que me llenará de satisfacción,  elevará mi seguridad en mi mismo y me sentiré mejor con Dios, conmigo mismo y con los demás.

Lee, medita y comparte.

P. Óscar

Deja un comentario